Transformaciones: personales y empresariales

Rayona Sharpnack es la fundadora del Institute for Women’s Leadership, una consultora especializada en programas de desarrollo de liderazgo femenino, incluyendo coaching personalizado para directivas. Ella fue una de las ponentes del Executive Forum que comenté en la entrada Diversidad desde San Francisco.

Rayona, con miles de horas de experiencia en coaching, describe en su libro Trade Up, cómo rediseñar el liderazgo y la vida, comenzando por transformarse uno mismo.  Puede sonar algo místico pero en realidad es Psicología Cognitiva básica. La esencia del enfoque es que lo que pensamos influye en nuestras acciones y en el impacto que generamos en el trabajo y en los demás. Y lo que pensamos responde a un contexto interior que tomamos como realidad pero que está hecho de conclusiones sobre nosotros mismos y sobre el mundo. Para cambiar ese contexto interior tenemos que cambiar el lenguaje con el que nos hablamos, porque el lenguaje más allá de propiedades descriptivas sobre la realidad tiene también propiedades generativas; nos ayuda a describir el futuro y por lo tanto hacerlo realidad.

Rayona ha trabajado con cientos de mujeres para cambiar, por ejemplo, contextos personales del tipo «no puedo avanzar más en mi carrera debido al techo de cristal» pero también para transformar, a través del liderazgo personal, culturas organizativas muy masculinas (estilo guerrero solitario que puede con todo) en culturas colaborativas. Porque los líderes, a través de su contexto personal, influyen, y mucho, en el contexto que crean para los demás: crean los «campos de juego» que posibilitan, o dificultan, que los demás puedan colaborar.

El liderazgo es siempre muy personal: empieza por uno mismo, por la propia forma de ser. Dar a conocer cómo vemos el mundo y qué consideramos cierto sobre nosotros mismos  y sobre los demás ayuda a generar relaciones más profundas y por lo tanto a contribuir a entornos de confianza. Es frecuente que en el trabajo no haya tiempo suficiente para generar «confianza ganada» pero es fácil generar «confianza otorgada» a través de la apertura personal. Cuanto más revelamos de nosotros mismos más contribuimos a que la confianza forme parte de las relaciones de trabajo.

El mundo empresarial necesita contextos personales y organizativos que amplien las posibilidades, no que las empobrezcan y líderes que hagan grande el campo de juego mental propio y de los demás. Sin embargo lo más habitual son mundos organizativos con líderes que empequeñecen el contexto del trabajo y con empleados poco comprometidos y satisfechos. Mundos en los que los empleados hacen trabajos rutinarios y tienen carreras totalmente limitadas, aunque luego, misteriosamente, desarrollen a nivel social, comunitario o personal, claros roles de gestión y liderazgo. Así empleados relegados en la empresa son fuera de ella presidentes de comunidades de vecinos, activos miembros de la asociación de padres del colegio, o asumen cargos de responsabilidad en ONGs. Grandes contribuciones fuera de la oficina porque dentro el mundo se les queda muy chico.

 

PD: Para los que conozcan A dos metros bajo tierra, todo esto recuerda bastante a «El Plan» de la señora Fischer, aquellos seminarios a los que la mujer asistía en la Temporada 2 para construir nuevos cimientos a su casa, o directamente mudarse a una casa más grande. Ella también decía lo de «tu casa sólo se abre desde el interior».

Equipos, confianza y diversidad

El mundo de los negocios actual no se entiende sin el trabajo en equipo, y hoy se admite que para que  los equipos rindan al máximo es fundamental el establecimiento de relaciones de confianza entre sus miembros. Así son habituales esas jornadas de integración de equipos en las que uno de los objetivos fundamentales es que las personas se conozcan mejor, tanto en el plano profesional como personal. Por no hablar de ese ejercicio outdoor de dejarse caer hacia atrás «confiando» en que el equipo impedirá que acabes desnucado en el suelo…

Esta relevancia de la confianza en los equipos puede situar su punto de partida en un artículo del año 1994 del entonces Presidente y CEO de Merrill Corporation, John Castro. Su artículo «Trust, Teamwork and Business in the ’90s» hacía un novedoso planteamiento:

«Trust is critical in business, because it can make or break a team, and business can no longer survive without teams. (…)Employees need to have time to sit in a room and discuss trust and teamwork and change. They need to talk about real-life issues at work.»

La importancia dada a la confianza contribuyó al cambio del posicionamiento de la diversidad en la empresa. Frente al mero cumplimiento legal de no discriminación, se empezó a hacer evidente que para generar confianza era necesario gestionar la diversidad. Tendemos a confiar más en quien es más parecido a nosotros porque el diferente siempre nos genera cierto recelo. Así se hizo necesario ofrecer formación en diversidad en las empresas para ayudar a eliminar estereotipos y facilitar la generación de confianza en equipos multiraciales o multiculturales.

Comprender el impacto de las relaciones de confianza en la empresa, ayuda a entender también los beneficios de la visibilidad de los empleados LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) en la organización.  Poder hablar de «real-life» en el trabajo significa que puedan hablar de «sus» vidas sin temor al rechazo. Cuanto más se ven obligados a ocultar menos confianza acaban generando en su entorno laboral.

Personalmente creo que hay una relación estrecha entre grado de conocimiento del otro y nivel de confianza. Pero tampoco es una relación directa y única. ¿O acaso no tenemos todos ejemplos de personas que nos generan gran confianza a pesar de no saber mucho de ellas?