Marketing Gay

Hace unos meses se generó polémica con una campaña de la compañía de Telecomunicaciones Simyo dirigida al colectivo gay. Consistía en una serie de 3 carteles, que jugaban con imágenes y mensajes que pretendían ser un guiño hacia el colectivo gay masculino.  Podéis ver parte de los comentarios que suscitó el asunto en etconline.com o xataka, por poner algunos ejemplos.

De los comentarios que yo he leído, parece que el cartel considerado más ofensivo era el de «cero ataduras: hoy contigo y mañana ya veremos», precisamente el de contenido menos sexual pero con más estereotipos, por «jugar» con la idea de falta de compromiso en las relaciones gays.

Inicialmente se especuló con la hipótesis de que fuera una estrategia para «dar que hablar» y generar mayor repercusión y precisamente por eso no la comenté en su momento (allá por mayo). La explicación oficial de Simyo es otra: se desarrolló sólo para la elección de «Chulozero» por España adelante y con la aprobación de la propia revista Zero. Tras el aluvión de críticas, es probable que tanto unos como otros se piensen un poquito mejor, la próxima vez, qué publicidad es la más adecuada.

El marketing dirigido al colectivo LGBT no es fácil, y hacerlo desde la pertenencia al colectivo, aunque  sea incluso desde la revista Zero, no es ninguna garantía de éxito. A priori, el pastel parece irresistible: gran poder de compra y mayor lealtad a la marca; qué más se podría pedir. La gran dificultad es que no estamos hablando de un segmento único sino de multitud de ellos y por lo tanto en función del producto y a quíen va dirigido, las imágenes y mensajes deben ser diferentes. Por ejemplo, es difícil que una pareja de lesbianas de mediana edad se sientan identificadas con un grupo de chicos sin camisetas y miradas picaruelas, aunque sea para anunciar el mismo producto, pongamos un destino turístico. Tal vez hace años una mínima imagen gay-friendly podía servir para que toda la comunidad LGBT simpatizara al verse por fin reflejada en algún anuncio; pero eso ya no es así. Hoy hay mayor visibilidad social y por tanto mayor complejidad a la hora de conectar con un segmento tan amplio.

Mayor complejidad pero tambiém más recursos. Hay ejemplos de campañas inteligentes como las reflejadas en el blog de Marketing del IE, o los recursos inagotables que contiene Commercial Closet. Esta página es un auténtico repositorio de centenares de campañas publicitarias en todo el mundo, conteniendo anuncios en prensa, televisión y otros soportes.  Una verdadera joya que acumula información de todo el siglo XX y permite búsquedas por sectores, compañías, marcas… Imprescindible para aventurarse en el esquivo mundo de la publicidad LGBT y ser consciente de la infinidad de compañías que la están poniendo en práctica.

Ciertamente, las estrategias de diversidad en las empresas pueden abrir nuevos territorios al marketing, facilitando la introducción de la empresa con nuevos colectivos, como el LGBT. Pero con dos condiciones: no «cuela» cualquier cosa (simplemente que le guste a alguien de ese colectivo, por ejemplo) y además hay que tener primero las cosas solucionadas dentro de la empresa;  es decir, no lanzarse a hacer publicidad sin haber trabajado previamente la inclusión de ese colectivo dentro de la prensa. Vamos, que primero eres gay-friendly con tus propios empleados y después haces guiños a los gays de ahí fuera…

Precisamente con ese doble enfoque, interno y externo, se celebra el 29 de Octubre el II Gay and Lesbian Business Forum, LGBT@Work, una jornada a partir de las 4 de la tarde en la que intervendrán expertos en marketing e investigación de mercados, de España y Estados Unidos. Una de esas rarísimas oportunidades para aprender de todo esto. También se hablará de RRHH, con empresas como IBM, Citi e Idealista.  Yo estaré moderando esa mesa, así que nos vemos por allí si queréis 🙂

La verdadera diferencia salarial

¿Y si las diferencias salariales relevantes no fueran sólo entre hombres y mujeres? Un perturbador estudio de la Universidad de Florida, publicado este pasado mes de septiembre en el Journal of Applied Psychology, apunta a que algunos hombres también cobran significativamente menos que otros en puestos similares y con cualificaciones similares. ¿Qué hombres son esos? Pues aquellos que no creen en la clara separación de roles y que tienen actitudes igualitarias ante el rol de la mujer en la sociedad.  Los que presentan un mayor nivel salarial serían, de acuerdo con el estudio, los hombres con actitudes tradicionales. Ahí queda eso.

El estudio está muy bien descrito en un artículo del Washington Post. Se comparan cuatro grupos de sujetos: hombres con actitudes tradicionales, hombres con actitudes igualitarias y mujeres con actitudes tradicionales o igualitarias. En total unas 12.000 personas a las que se ha seguido desde 1979, cuando eran menores de 20 años, hasta la actualidad, cuando tienen entre 40 y 50 años.

Se compararon hombre y mujeres en trabajos similares, con el mismo número de horas trabajadas y con niveles educativos comparables. Así que las diferencias no se pueden achacar a diferencias de elección de carrera. Hay diferencias salariales entre los cuatro grupos pero la mayor y más clara está entre el grupo de hombres con actitudes tradicionales y el resto. Se apunta a que una posible explicación es que sean más eficaces negociando sus salarios.

Llevamos años analizando los motivos de las diferencias salariales entre hombres y mujeres: que si la segregación ocupacional (ellos eligen profesiones mejor remuneradas), que si la devaluación tradicional del trabajo de las mujeres (ya se sabe, todo lo femenino tiene menor valor), que si la menor antigüedad de ellas en el trabajo (se han incorporado más tarde) o que el trabajo femenino es más precario (mayores dificultades para encontrar puestos de trabajo fijos)…. Y después de todos estos análisis, resulta que ahora descubrimos que los hombres con actitudes igualitarias también cobran claramente menos que aquellos con actitudes tradicionales. Vamos que lo que de verdad «compensa»  (nunca mejor dicho por lo de «compensation») es tener actitudes tradicionales y ser un hombre-hombre. Eso sí, blanco, porque los hombres pertenecientes a minorías también cobran menos (el que tenga dudas, que consulte el artículo «White men get bigger bonuses«).

Este estudio me recuerda a la investigación sobre el Acantilado de Cristal (promoción de mujeres a puestos con mayor probabilidad de fracaso) porque uno queda entre maravillado y aturdido con las conclusiones. A veces cuesta asumir que esto ocurra en empresas atiborradas de gestión por competencias, análisis de puestos y bandas salariales y toda la artillería desplegada por los departamentos de Recursos Humanos.

 

AGRADECIMIENTO: he conocido este estudio a través de Ken Dubin, profesor de la Universidad Carlos III que pertenece al Grupo de Investigación sobre Derecho del Trabajo, Cambios Económicos y Nueva Sociedad. Entre las líneas de investigación de este grupo están la Productividad y las Relaciones Laborales, y la Gestión de la Diversidad.

Igualdad de Género y Masculinidad

Mejorar la presencia de mujeres en el mundo empresarial y especialmente en sus órganos de dirección, es una de las dimensiones de la diversidad más conocidas. Tanto, que a menudo pensamos que por conocida no es cuestionada. Sin embargo, hay varias formas de rechazo. Entre ellas el antiguo debate sobre las cuotas que, por aburrimiento, no voy a mencionar aquí. Otra forma clásica de cuestionamiento es la humorística, de gran difusión cinematográfica, en la que lo más habitual es que los hombres en busca de trabajo escaso se transformen en mujeres y den rienda suelta a sus tacones y plumas. En la empresa, desafortunadamente, no tenemos estos casos de transformismo pero en su lugar se da mucho chascarrillo e ironía sobre las estrategias de diversidad. Así se afirma que para triunfar en el nuevo escenario va a ser necesario montar el «grupo de los ojos verdes» o cualquier otra ocurrencia similar.

En realidad lo que ocurre es que cuesta abandonar y autocuestionarse el privilegio masculino. Ser hombre es una ventaja, pero nos viene de tan pequeñitos que ni siquiera somos conscientes, preferimos no pensarlo. Ya están las mujeres para hablar de género y de igualdad, ¿para qué vamos a hacerlo nosotros?  ¿no se trata tan sólo de ceder poder para que otras lo asuman? ¿cual podría ser la ganancia?

Hay mucho más en juego que un simple intercambio de fichas en las esferas de poder. Como explican en la página de Hombres por la Igualdad del Ayuntamiento de Jerez:

«Algunos hombres estamos hartos de ser el hombre que nos han enseñado que debemos ser (…), tan fuertes y valientes que no podemos rendirnos nunca, sin necesidad de nadie y con las mujeres a nuestro servicio, destacando siempre e intentando ser los primeros, competitivos, agresivos, sin poder expresar sentimientos, (…) teniendo todas las soluciones y sabiendo tomar todas las decisiones, no llorando bajo ningún concepto… Algunos nos hemos dado cuenta además de cómo ciertos comportamientos masculinos son dañinos para nosotros y quienes nos rodean (…) Entre los inconvenientes que la desigualdad plantea destacan especialmente: La imposibilidad de una relación igualitaria y de equivalencia con las mujeres, y la homofobia como mandato, que entorpece la amistad profunda y cercana entre los hombres. Superar esta situación requiere de los hombres una reflexión autocrítica»

Este movimiento de grupos de hombres que se cuestionan la masculinidad tradicional se vertebra en España alrededor del blog Heterodoxia y de AHIGE, la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género, que ha elaborado un decálogo  del nuevo hombre igualitario. Ellos representan en España un movimiento mucho más amplio, con presencia en numerosos países, que ha asumido la Igualdad de Género, no sólo por motivos éticos o de justicia, sino porque han reflexionado sobre los beneficios que también presenta para los hombres.

Como explica el sociólogo Michael Kimmel en su excelente artículo A black woman took my job, es necesario cuestionarse las 4 reglas de la masculinidad:

– Rechazo absoluto a lo femenino y cualquier «mariconada» que se le parezca.

– Búsqueda imparable de poder y estatus social.

– Estabilidad como ausencia de sentimientos y emociones. 

– Actitud de atrevimiento y agresividad.

Estas reglas ya están en cuestión debido a numerosos avances y cambios de tipo social, pero replantearlas desde un punto de vida personal facilitará una relación más sana con los demás y con nosotros mismos.

En cuanto a la empresa, es imprescindible incorporar también a los hombres a las estrategias de diversidad, para que estas puedan ser realmente «inclusivas» y tener éxito a largo plazo. Aunque no es muy frecuente, algunas empresas, como la mía, han optado por crear también «Grupos de Hombres». Estos grupos ayudan a reducir la ansiedad y la sensación de amenaza que muchos hombres ven en los grupos de diversidad en las empresas y sirven para incorporar también su opinión en el diseño de programas y acciones. 

Las dificultades de la discapacidad

La semana pasada TVE decidió reducir drásticamente su cobertura de los Juegos Paralímpicos para días después rectificar y ofrecer la misma cobertura que tuvieron en Atenas 2004. Los motivos exgrimidos para el desplante inicial fueron resupuestarios; el poder de los números por delante.

Otra forma de argumentar con números es la que ha utilizado FAMMA, también recientemente, en su denuncia de las condiciones de accesibilidad en Expo Zaragoza. Su presidente, Javier Font, ha declarado:

«Se supone que esta exposición de carácter internacional va dirigida a todos los ciudadanos. Sin embargo, el colectivo de personas con discapacidad se considera ninguneado, puesto que no se puede concebir que, a estas alturas de siglo XXI, una cita tan destacada como ésta, haya ignorado hasta tal punto a más del 10 por ciento de la población española».

El poder de los números de nuevo. Sin embargo, no creo que hubiera una voluntad expresa en el diseño de la Expo por ignorar a ese 10% de la población con algún tipo de discapacidad. Más bien parece que ha habido desconocimiento de algunos aspectos básicos.

Estuve en Expo Zaragoza el fin de semana pasado. No tengo elementos para valorar la accesibilidad pero sí me extrañó descubrir el Centro de Atención a Personas con Discapacidad por casualidad y no haber visto ninguna señal previa anunciándolo. Y también me extrañó el desconocimiento general que mostraban personal y voluntarios que atienden las distintas instalaciones. Escuché los términos «minusválidos» e «inválidos» para indicar, por ejemplo, que los ascensores no eran de uso general.

¿Por qué nuestra relación con la discapacidad, ya sea en el plano personal o en el institucional, es siempre tan complicada? No parece tan difícil, ni tan caro, haber incluir en la formación del personal de la Expo algunas nociones básicas de cómo nombrar al colectivo de personas con discapacidad o cómo dirigirse a ellos en caso necesario.

Hay acciones sencillas, desde los términos de lenguaje más adecuados, hasta pautas de actuación general del tipo cosas que decir a las personas con discapacidad que generaría relaciones con ese 10% de la población algo más naturales y fluidas. Por no hablar de los beneficios de incluir a personas con discapacidad directamente en el diseño de las instalaciones y servicios. ¿Habría alguna persona con discapacidad en el Comité organizador de la Expo?

Conciliación, hombres bajitos y policías gays

Por segundo año consecutivo Siemens ha organizado un Curso de Verano en El Escorial sobre Conciliación y Competitividad. Participaba como ponente y también en un panel uno de los días, pero además me fui un día adicional para ver otras intervenciones y hacerme una idea del tipo de mensajes que estaban recibiendo los alumn@s. En este tema los discursos son variopintos y combinan un poquito de talento por aquí, unas pizcas de diversidad por allá y casi siempre una porción de género. Cóctel servido para que aparezcan los tópicos de siempre. Voy con dos de mis preferidos que fueron mencionados en el Curso de Verano por uno de los ponentes (eso es lo gordo, que los sueltan los expertos, no los asistentes).

1/ «Las estrategias de diversidad consistentes en que a un cliente chino lo atienda un empleado chino han sido un profundo fracaso». Gestionar la diversidad no significa hacer un encaje perfecto entre empleados y clientes: los latinos con los latinos, los que tienen diversidad funcional (discapacidad) con los que también la tienen. No, no, no. Significa que tu plantilla refleje la diversidad de tu mercado. Que si tienes clientes latinos no tengas problemas en contratar o promocionar a empleados latinos, no que te vuelvas loco haciendo encajes perfectos. Se trata simplemente de lograr que tu organización sea inclusiva con las mismas comunidades con las que desarrollas tu negocio.

2/ «Yo si tengo que promocionar a 7 y las 7 mejores candidatas son mujeres, pues promociono a las 7 mujeres, y si los mejores son 7 hombres bajitos, pues promociono a 7 hombres bajitos». Claro que sí, hay que promocionar siempre a los mejores. Eso es una obviedad y estamos todos de acuerdo. Ahora se trata de ver cómo funciona en la práctica por si, oh sorpresa, tenemos algún sesgo. Porque mira tú por dónde que los mejores tienden sospechosamente a ser desproporcionalmente hombres, blancos y… altos!! Sí, altos, como ha puesto de manifiesto Malcolm Gladwell en su libro Blink sobre Inteligencia Intuitiva (su opinión sobre este tema en la pregunta 4 en su página web).

Justo un día después de participar en el Curso de Verano sobre Conciliación estuve en la Conferencia Europea de Gays y Lesbianas policías. El propio programa demostraba el valor que tiene incorporar diversidad a un servicio público: talleres sobre violencia doméstica entre personas del mismo sexo, sobre bullying homofóbico a adolescentes gays o sobre delitos de odio. Diversidad vinculada al negocio, incorporando a la agenda del cuerpo policial temas que son relevantes para sus clientes, los ciudadanos. Igual de impecable fue la clausura a cargo de mandos de los Mossos d’Esquadra y de la Guàrdia Urbana de Barcelona, con un discurso clarísimo del valor de tener policías gays y lesbianas visibles. Claridad de ideas impresionante. Al final igual resulta que están las cosas más claras en algunas administraciones públicas que en el mundo empresarial… ¿O no queríamos orientarnos al cliente?